jueves, 9 de junio de 2011

La vuelta al mundo.

Ven, corre ven, que vamos a escondernos del amanecer toda la noche, para no dejar de ver la Luna, para que no nos encuentre la luz. Para que nuestro viaje sea eterno y nos dé tiempo a contar los planetas.

Ven, y prométeme que no pararás, prométeme correr contra la fuerza de la gravedad, hasta sobre los huesos de mis hombros, que yo nadaré hasta en el sudor de tu vientre, hacia el mar donde resuena tu grave corazón. Bum,Bum. Bum,Bum.

Ven, que te he enviado mis orejas en una caja, pero por favor devuélvemelas, que no puedo dejar de escucharte. Que yo te prometo volver a pintar la Noche Estrellada, sobre el cielo de tu habitación. Y el Guernica, lleno de Girasoles y trazos fluorescentes. Y que la Mona Lisa frunza el ceño de envidia al contemplar tu sonrisa. Y que seas la Chica de la Perla, con la Luna alumbrándote el cuello, colgada de tus oídos.

Ven, que vamos a saltar como masáis mientras dure la oscuridad, mientras las hogueras sigan encendidas. Y de un salto cerramos la persiana, y en dos nos sentamos sobre un eclipse, y en tres volcamos la arena de las horas, y sigue el viaje.

Ven, corre, ven! Regálame otra vez tu olor, no me dejes sin tu seda, sin la bóveda celeste de tus lunares. Regálame el camino de rocío que une tu espalda con tu lengua. Regálamelo todo, que yo a cambio de nada seré tu gondolero, y abriré todos los canales venecianos para ti, y te llevaré Venecia a todas partes. Y ni acordeón ni violín, sólo cuentos que le den sabor al silencio.

Vamos, no te pares! Que las carcajadas no están prohibidas aún, que husmear entre tu pelo aún no es un pecado, pero podemos conseguirlo. Corre, agárrate fuerte, que esto no es producto d las drogas, ni del amarillo de los coches, ni de la realidad distorsionada del reflejo de los charcos. Que aún quedan mil fotografías en la recámara y mil gotas de lluvia para empapar de labios.

Ven, que hoy vamos a arrojar al mar el hacha de guerra, y nuestros mensajes de humo serán pesadas nubes de tormenta, y nuestros rostros los pintaremos a mordiscos. Así trenzaremos nuestras melenas y las teñiremos con truenos, y las tejeremos con el morado de la aurora boreal. Así cabalgaremos apelo por la llanura del mundo, modelando nuestros cuerpos con el goteo de las estrellas fugaces, puliendo carne y hueso con la arena de las sábanas. Así este piel roja tallará un tótem en la roca, con el tomahawk del viento.

Vámonos, corre, deprisa, acompáñame a las antípodas y a los pies de mi cama, déjales abrir mil senderos con sus pasos de almohada.

Vámonos, que voy a colgar tus bragas del colmillo blanco de la Luna, que voy a perder la calma entre tu oscuridad.

Vámonos y escucha, que el mástil de esa guitarra sostiene las velas hinchadas de nuestra nave, y si se detiene la melodía esperaremos tumbados a que llegue el ritmo de la siguiente canción, aunque nuestra música nunca se para.

Vamos, caza conmigo a los canguros de la locura, que yo haré boomerangs con todos los besos. Y con mis dedos una cerbatana de lija con dardos de terciopelo.

Vamos! Cruza conmigo la selva, y si te cansas seré árbol de mil ramas y de copa de mil grados, para que te acurruques junto a los koalas de pereza de mis axilas, y tus piernas se enreden en las mías, hasta que nos cubra una calma de lianas y hojas secas.

Ven, corre! Vámonos de este lugar, vámonos a dar la vuelta al mundo, vámonos a estrellar mi planeta contra el tuyo, a recorrer la superficie terrestre, como una idea inyectada en la realidad, trastocando el significado del universo, dando un nuevo sentido a la vida, olvidando en un giro la soledad. En un segundo, la muerte. A la velocidad del rayo, la cuenta de las tardes que llevamos girando.