sábado, 18 de diciembre de 2010

Déjame entrar.

Déjame entrar.

Déjame descubrir tu noche y quitarle las nubes. Llenarte de estrellas de sudor y descargas eléctricas. Déjame desempañarte esa tristeza sin lluvia ni truenos desconsolados. Déjame abrigarte de ese frío que te ahoga por dentro y refrescarte de esos yermos desiertos que guardas en tu interior. Déjame llevarme los granos de la soledad con mi brisa de palabras sin sentido aparente.
Déjame entrar y llegar al principio de todo, déjame descubrir tu mundo y llenarlo de silbidos de viento, y hacerlo girar en la dirección equivocada. Déjame colocar los pájaros de tu cabeza pluma a pluma, beso a beso. Déjame provocar un oleaje violento y rizado en tus ideas, déjame aferrarme a los pensamientos que se descuelgan de tus sienes y dejarme caer por la cascada de tu espina dorsal.

Déjame entrar y asomarme a tus pestañas, déjame mirar directamente al verde de tus soles, al menos cinco segundos, o tres o dos instantes, o lo justo para poder quedarme ciego. El tiempo suficiente para volverse loco. Déjame sumirme en tu negrura de melena hasta eclipsarme. Déjame tener miedo de ser libre. Libre de la jaula de tus párpados entreabiertos y de los barrotes de tus miradas de reojo. Déjame echarte de menos cuando aún no ha llegado la despedida. Déjame convertir los días en horas y las horas en estrellas fugaces y únicas.
Déjame ser un cobarde por no poder saltar fuera de tu ser, déjame ser temerario y arrojarme a tu vacío y llenarlo de todo lo que soy.

Déjame entrar más y más. Déjame entrar y quedarme. Déjame encender la oscuridad que duerme entre tus piernas. Déjame despertar los sueños absurdos que te arden en el pecho. Déjame apagar tus vicios con otros que sean más peligrosos y adictivos. Déjame alimentar tus obsesiones con los delitos que aún nadie ha escrito. Déjame contaminarte un poco con mi maldad de perro callejero, mientras me bebo gota a gota tu bondad infinita.

Déjame entrar, y quedarme, hasta que me agotes la eternidad, hasta que no queden más sonrisas tras las esquinas de tus labios, hasta que ardan nuestras enredaderas de dedos y sólo nos queden las cicatrices sin puntos de sutura, y las sombras de las raíces de los árboles.
Déjame zambullirme en tu ombligo y tapiarme la conciencia, y coserme tu piel hasta olvidar que un día fui sin ti. Déjame una vez , y otra y otra más, déjame esta vida y todas las demás.

Déjame entrar.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Los muertos

“un cementerio no es más que una extensión de tierra repleta de cadáveres en descomposición. Y una lápida? Una lápida no es más que la piedra para saber que cadáver en descomposición hay enterrado en cada sitio”

Mario Sánchez
http://susurrosentrelatinta.blogspot.com/

Esta es la historia del fin de la vida. La historia de los días en los que miraremos al cielo sin descanso, y con nuestros párpados cerrados. Es la historia de las ratas y de los árboles guardianes. Cuando lleguen esos días devoraremos la lluvia sin descanso y disfrutaremos haciendo crujir nuestras almas de tierra y gusanos. Los cuervos nos pasarán lista y los conejos se darán cuenta de que ya no hay más país de las maravillas. Entonces sonreiremos desde el otro lado, sonreiremos a todos los que desperdician su vida observando los nombres de los que ya se marcharon, bailando sobre un montón de códigos de barras de roca y musgo, con los que ni los gatos negros ni los espíritus de los que jamás se marcharon se paran a perder su tiempo eterno. Entonces el verde de nuestros ojos formará parte de las hojas de los árboles y el amarillo del alcohol que se filtró en nuestras venas estallará en mil primaveras cada vez que nos desvanezcamos un poco más de este mundo. Pensaremos entonces en toda la vida que quemamos hasta los cimientos, y en todos los recuerdos de aquellas bocanadas de aire que no llegamos a masticar por completo. Pensaremos en los errores que no cometimos y en los accidentes con vueltas de campana contra la realidad.
Y no nos levantaremos todos, porque seguro somos más y ahora es vuestro turno. Vuestro turno, vuestro momento en vuestro lugar. Es vuestra oportunidad para dejar de arrancar a los otros el único deseo que nos dio el genio de la lampara del ser. Porque en cada uno de vosotros se cruzaron los hilos del aire, el fuego, el agua y la tierra. Y el del destino, y el del tiempo y el de un montón de almas perdidas que como vosotros sólo buscaban un espíritu al que aferrarse para no hundirse en la soledad. Es vuestra vida, así que atragantaros con ella hasta que no soportéis más las arcadas de felicidad y ya hayáis vomitado un poco de vosotros mismos en cada milímetro que quede a vuestro alcance.

Mientras, nuestros pulmones serán pasto de los gusanos y devolverán todo el aire que tomaron a los tornados y las tormentas, y los pájaros podrán volver a alzar el vuelo. El valor de fuego que nuestros corazones desperdiciaron en cualquier rincón oscuro de nuestro pecho será lanzado al espacio, para que lo cojan las estrellas, o los rayos de Sol con las bombillas fundidas o cualquier viajero perdido que necesite un poco de calor y de latidos nerviosos para atreverse a seguir navegando. Y nuestros pies serán todos los caminos que queden por recorrer y todos los malditos rumbos que sigan los barcos ala deriva. Y nuestra sangre se filtrará en la tierra y hará correr los ríos, de tinta para seguir imaginando y de aguas cristalinas para seguir aguantando al respiración. Hará morder a las manadas de lobos mientras, en las antípodas del mundo, un niño no sabe que decir al ver su vida clavada ante su mirada, así que decide llorar.

Entonces daremos todo lo que nos quede por dar, y a cambio tomaremos una pizca de luz de Luna y de atardecer, y con ella haremos crecer la hierba y las ganas de las ramas de los árboles de llegar al cielo. Y los perro aullaran en nuestro honor y los hombres bailarán alrededor de las hogueras. Y los muertos seguirán viviendo en el mundo y el mundo seguirá viviendo de los muertos.

Esta es la historia para el que viaja entre mundos que aún no han sido creados y los que se destruyen cada vez que se terminan las acuarelas; esta es la historia de los vivos y de los muertos, para el que que hace que muertos que nunca existieron estén algo más vivos y que hace que a los vivos les valga la pena estar cada día un poquito más muertos.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Otra mañana

Otra mañana repleta del parpadeo de yunques, otro amanecer con ganas de atardecer y de telarañas de sábanas. Otra vez el colchón de faquir grapado a mi dolor de espalda y los martillazos adictos a mi dolor de cabeza. De nuevo una mañana en la que no paran los sueños a ráfagas ni los bostezos de repetición. Simplemente otra mañana.

Otra vez ese viento helado de agua oxigenada y esa noche medio desteñida que no termina de hacerse invisible. Otra vez la jodida corriente de fantasmas que se chocan contigo sin mirarte siquiera, pensando que aún te pueden atravesar, con sus cadenas de escaleras mecánicas y su purgatorio de estaciones de metro. Otro tren harto de su ruta establecida, enganchado a los intentos de trompos y tirabuzones. Y mi estómago vacío le sigue con vueltas de campana de aroma de café.
Otro vagón dudoso de avanzar, que se sienta a pensar en la oscuridad. Otra vía recta con ganas de reptar.

Y se repiten las filas. De nubes y de árboles y de muros garabateados de graffiti . Y de mentes en día nublado, almas en bosque sin caminos y corazones buscando su propio color.

Todo continúa su curso interminable y continuamente colapsado. El tiempo se atasca y corre a trompicones y los segundos me resbalan de las sienes y se me pegan a las suelas de los zapatos. Me gritan que pare, que quieren observar el paisaje, disfrutar de la vida que pasa con ellos tras la ventana. Que quieren acabar con el ogro del destino, con sus antorchas de relojes de arena y con sus garrotes viles de manecillas giratorias; que ahorcan poco apoco hasta azular la piel del cielo y hacer salir a la Luna de su órbita.
Y mientras tanto el agobio y la agonía de querer seguir durmiendo empaña los cristales y el vaho de la inconsciencia me corre las persianas de pestañas. Las retinas se apagan y se vuelven a apagar, parpadeando con cada uno de los estertores del despertador.

Así que vamos a echar el ancla en el fondo del pecho, que ya se oyen los tesoros marinos de tu recuerdo de ojos verdes y arena de mejillas de aguas cristalinas. Y tu melena de arrecifes de coral me hace encallar sin solución.
Así, finalmente, las palabras son arpones y quieren cazar a las ballenas de tus deseos, hasta que sólo queden tus abrazos de sirena silenciosa flotando a la deriva, hasta que me atrapes para siempre. Hasta que de nuevo, otra mañana de resaca de pesadillas y de náuseas de insomnio, tu marea me empuje a seguir despierto.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Bienvenido a la Selva

Bienvenido a la selva. Bienvenido a ese lugar donde las sonrisas se roban con el puño cerrado, donde se abraza por la espalda para que te olvides para siempre de tus costillas. Bienvenido al palacio de la incompasión, donde los niños tiñen sus bocanadas de aire con hollín y malas palabras.

Aquí la piedad se cambia por pisadas en el alma y el amor por besos a botellas vacías. Y si truenas calma lloverán golpes y puñaladas traperas. En este bosque de maldad solo quedan ratas cobardes persiguiendo a los lobos solitarios, que sólo pensaban en la Luna llena que sigue oculta tras esas nubes de hielo perpetuo.
Puedes huir pero no esconderte, puedes gozar de hacer sufrir pero no cesar tu sufrimiento. En las copas de los árboles reinan las pesadillas de cada esquina y las sirenas brillan en azul y en rojo, y sólo cantan terror.

Bienvenido al reino del miedo y de las manos cubiertas de sangre. Bienvenido al imperio de los falsos y de los títeres de caras amargas y corazones de hojalata. Aquí las murallas encierran a las mentes que intentaron volar fuera del mundo para encontrar otro planeta mejor por el que luchar. Aquí sólo quedan ya ríos de dolor y mares de moratones. Y un enorme océano de temblores.

Bienvenido a la selva. Unos decidieron morir, mordieron sus venas y las secaron al Sol del sueño sin sueños. Otros decidieron sembrar amenazas para recoger lágrimas y calderilla de los bolsillos. Lagrimas, para olvidar sus tristes vidas y calderilla, para matar a la pobreza de sus cráneos vacíos.

Bienvenido a la selva donde sólo unos pocos decidieron luchar. Unos pocos que se lanzaron al vacío para impedir que te ahogaras en la nada. La minoría irreductible, incorregible y loca de atar. El club de los inconscientes. El ejército de desesperados por la esperanza, los espartanos sin Termópilas y sin lanzas ni escudos. Sólo música y entrechocar de nudillos, sólo besos, sudor de lava y unas gotas de tequila. Para que el corazón no deje de latir.

Bienvenido a la selva, que aquí no estás a solas. Que no se cansa el que intenta regalarte sueños de papel y acuarelas. Yo traeré lo que pidas, tu traeme tu felicidad y tu voz de luz y de nubes. Yo te alcanzaré los deseos que no te dio el genio de lámpara. Si prometes no dejar de bailar, si prometes no apartar la mirada, si prometes seguir bebiendo a mi lado. Y si vuelven las ratas ignóralas, que los lobos no pararemos de aullar a tu lado, y si graniza desprecio aráñale la mirada. Y lucha como una leona, y grita con el sabor de la libertad en la lengua y con la textura de la alegría entre los colmillos.

Por todo, por luchar, por los lobos y las leonas, por la luz de la Luna llena que brilla en el cielo, porque resuene el eco de nuestras pisadas en el universo, por las sonrisas adictivas y los tatuajes de las noches que se salieron del tiempo. Por el miedo y las pesadillas, por el valor y los sueños que nos quedan por encontrar. Por ti y por mí, Porque ésto sea lo más grande que nos ha ocurrido.

Por todo, por la felicidad, por la vida, bienvenido a la selva.

martes, 9 de noviembre de 2010

Al Mar

Caminando por la playa, con el viento tejiendo y destejiendo ideas, y arrancando desvaríos de la tempestad de cabellera. Las huellas sobre la arena, que durarán lo mismo que el rastro de nuestra vida en la historia del universo. Menos que el brillo de una estrella fugaz al fondo de nuestras retinas y más que la paciencia previa al siguiente beso.
La cabeza en las nubes, rodeada de gaviotas, y la mirada perdida sin brújula, ni mapa ni X que encontrar. El horizonte un poco más torcido al entrecerrar los ojos para ver el otro lado. Y la marea tirando un poquito cada noche del reflejo de la Luna, que está harta de tener que subir al cielo a buscarla.

Encontrando conchas de corazones,rotas de desbordarse en arritmias e infartos de miocardio. Por encontrar las mejillas adecuadas en las que acurrucarse, o un hueco de cuello en el que adherirse a mordiscos. O la caracola de nuca desnuda en la que dejarse arrullar por las corrientes marinas.
Las manos llenas de espirales de la superficie, del subir y bajar de la respiración de las profundidades. Llenas de la suavidad de tus dunas, hechas de arena de piel y de dormirse escuchando el movimiento de los fondos marinos.

Observando botellas de cristal, vacías, desgastadas por la vuelta al mundo, sin mensajes de náufragos ni de tesoros piratas, sin un genio que conceda tres deseos. Sólo con recuerdos de embarcaciones que se hundieron en las tinieblas para dejar pensar, para olvidar sus historias de ron y sangre, y pólvora. Para dejar que les cubrieran los corales y las algas. Para dejar dormir a los tiburones, hartos ya de tantas filas de dientes y de tanto moverse y de tanto arrancar dentelladas de vida. Y de tanto no saciarse nunca y de no encontrar un puerto que les lleve al infierno o a cualquier lugar seco en el que morir para dejar de ahogarse.

Navegando por donde se encuentran dos mares de piernas de mujer. Con olas de sábanas y saliva, de los labios que intentan llevar al cielo a su sirena . En un navío hecho de las caderas que empuja un vendaval de instintos y artes de luces apagadas. Con el viento en popa y a toda vela, aunque las velas estén todas en llamas y la popa haya decidido ser parte del infinito universo de agua. Aunque el viento haya perdido el norte y ya no sepa volver a parar.

Caminado por la playa, con el viento tejiendo y destejiendo ideas; encontrando conchas de corazones, rotas; observando botellas de cristal, vacías; navegando por donde se encuentran dos mares de piernas de mujer. Encontré sueños de cuevas submarinas en las que querer ahogarse. Sueños de sal de sudor y de lenguas de tierra con ganas de recorrer los siete mares, buscando la felicidad donde echar el ancla. Sueños sin bandera ni dos tibias ni calavera. Sueños de islas desiertas en las que varar contigo para siempre.

Encontré los sueños del mar y los océanos y decidí seguir soñando.

lunes, 1 de noviembre de 2010

En el fin del mundo

Y cayó la Tierra. No más rifles, no más sables ni gritos de pánico. No más balas, no más niños matando a padres ni padres enterrando a hijos. No más ciudades ni montañas de humo, no más ríos de ácido ni lluvia de sangre. Sólo cimientos.

Porque cayó la Tierra. Y se llevó las palabras, y los besos y las carcajadas sin consuelo. No más globos de agua, no más muñecas durmiendo protegidas por las noches, ni niños abrazando sus peluches. No más castillos de arena ni nubes de burbujas, no más mares de tinta ni tornados de témperas. Sólo silencio.

Porque cayó la Tierra. Y no dejó nada entre el cielo y el infierno. No más almas en pena que proteger. No más espíritus malditos por los que luchar. No más sentimientos, no más pecado.

Y entonces los ángeles se quedaron solos, sin nadie a quién guardar. Y los demonios cayeron en la miseria, sin nadie a quién condenar. Y en el cielo la luz de Dios empezó a oscurecerse y en el infierno Lucifer perdió las ganas de reducir el mundo a cenizas y materia oscura.

Y Dios se marchó, ya nadie le observaba, ya nadie intentaba escucharlo ni enviarle plegarias. Las bestias jamás tuvieron alma, no le necesitaban. Los océanos no cesarían su oleaje si Él se marchaba. Ni las hojas de los árboles ni la escarcha en las montañas dejarían de ser sin la presencia de su mirada celeste. Y así, sin una oscuridad a la que temer, sin una victoria por la que rezar y sin viajes que proteger con oraciones, Dios se marchó para siempre. Pues ya nada quedaba de esa gota de sí mismo que un día vertió en cada mente humana y que le mantuvo vivo, gracias al precioso don de otorgar la vida y guardar las almas por toda la eternidad.

Y Lucifer huyó, se despeñó por los límites del universo. Sin nadie a quién infundir temor, sin nadie a quién corromper, sin nadie a quién castigar. Se quedó sin sus pecados. Ya no le quedó ninguna Luz, ningún poder que envidiar, la lucha por los mortales había terminado. Se terminó la soberbia, sin un Dios al que considerar inferior. No había ya avaricia en su gélido corazón de magma, pues todo lo que valía la pena poseer y controlar había sido ya defenestrado hacia el abismo del no-universo. Ansió hacer cualquier cosa por dar sentido a su oscura existencia. Abandonó la pereza y sustituyó la ira por la agonía de la tristeza. Y ya ni la gula ni la lujuria pudieron ser saciadas con ningún siniestro poder, ni con ningún deseo de carne. Pues sólo quedaba la nada para satisfacer el hambre.

Entonces apareciste tú, en medio de ese lodazal de ángeles perdidos, condenados a soportar su eterna e insulsa existencia hasta que sus alas se fosilizaran en el paso del tiempo, y pasaran a ser parte de las cumbres de las montañas y de la corteza de los árboles. Apareciste de entre las sombras de ese apocalípsis silencioso. Con tu luz de ángel ya mortecina y tus alas rezumando lágrimas junto con gotas de dolor y arena de eternidad. Un ángel como cualquier otro. Un ángel sin sexo ni deseo alguno. Un ángel de ojos verdes de tanto reflejar el paraíso. Un ángel de melena de olas de mar y pestañas de corrientes marinas. Con labios de agua dulce y terremotos, y voz de cantos de sirena y aliento de dragón. Un ángel lleno sólo con el pequeño frasco de amor que Dios le otorgó en su creación y que ahora se desquebrajaba sin la presencia de vida humana a quién entregárselo.

Y decidiste fijarte en mí, en el más pobre e insignificante de los diablos. Desquiciado y loco. Con temblores que hacían retorcer mis huesos y sudores fríos que calaban mis vértebras. Los cuernos quebrados por los deseos de quebraderos de cabeza y las alas descosidas y la cola deshilachada. Elegiste al que ya no le quedaba oscuridad para dar, pues la que le restaba lo estrangulaba por dentro, apuñalando fríamente sus pulmones. Al que ya no podía infligir más miedo ni gritar más odio, pues de miedo y odio eran los alfileres de hielo que lo destripaban sin cesar. Elegiste al ángel caído que más se hundió en el fango, al que no se atrevía ya a alzar la mirada, que no quería hablar ni oír. Al que sólo le quedaba la soledad.
Me elegiste a mí, clavando el filo de tus pupilas detrás de mis sienes, decidiendo morir. Te lanzaste al vacío que ahora ocupaba el espacio entre cielo e infierno Me obligaste a alzar el vuelo en tu busca, a hacer jirones lo que quedaba de mis demoníacas alas, a desgarrar a todo engendro que si interpusiera ante mí. Me obligaste a matar. Y, mientras mi piel se convertía en en polvo de nada, tus alas se deshacían en llantos de plumas y empezaban a brotar lágrimas de tus ojos y a arder pasiones tras tus costillas. Y yo deseaba decirlo todo y verlo todo y escuchar a cada átomo vibrar. Pero sobraban las palabras que no paraban de reventar en arritmias y colapsos cerebrales, y nudos en la garganta.

Y en medio de aquella inmensidad ya no quedaron alas con las que volar, ni piel, ni nada que decir
Y sólo hubo dedos arañando la carne con infinito amor, y mandíbulas anclándose a los labios y saliva corriendo por las venas y sangre acurrucada debajo de la lengua.

Y ,en medio del vacío, en medio de nada, en medio de un mundo sin mundo ni Dios, ni pecados; entre el cielo y el infierno; el más bello de los ángeles se unió al más miserable de los diablos. Y por sus arterias fluyó la misma luz y el mismo aire lleno sus pulmones, y una sola mente decidió dejar de pensar y dejarse llevar. Y sus labios se cosieron hilo de sueños. Y se abrazaron con el manto de la cúpula celeste bebiéndose la vía láctea. Y diablo y ángel fueron uno y estallaron en llamas de vida, y prendieron el mundo,y la tormenta lo llenó todo de viento y rayos.

Y de nuevo surgió la Tierra. Una Tierra por la que valía la pena matar, una Tierra por la que valía la pena morir. Una Tierra por la que valía la pena ahogarse y hundirse para siempre en el abismo de una nueva eternidad.

martes, 12 de octubre de 2010

C A O S

Ayer fue día diez del mes diez del año dos mil diez de una era que ya carece de sentido. Hoy es día once del mes diez del año dos mil diez de una época que ha perdido el rumbo. Mañana será otro día, con sus números y códigos de barras, con fecha de caducidad y prospecto de contraindicaciones.

Mi nombre no importa, el tono de mi voz es obviado, el color de mis ojos menospreciado y el significado de mis palabras considerado insignificante. Mi paso por el mundo se considera despreciable y mi marcha de él una mera X en otra lista perdida en algún archivo de estadísticas.

Mi rostro lo determinan patrones gestuales, dos fotos carné y una ficha policial de un crimen que nunca cometí. Yo soy cinco, siete, dos, cuatro, cuatro, nueve, ocho, uno Z y R, J cero, seis, seis, cero , uno. Mi ficha dental consta de tres empastes y las cámaras de seguridad de todo el mundo han contrastado trescientas cincuenta y tres imágenes preciosas de mi dedo corazón.

Ellos esperan que callemos, que agachemos nuestras cabezas mientras ellos observan y escuchan. Que no lo entendamos, que no nos demos cuenta. Ellos esperan que a este lado yo no escriba y al otro vosotros no leáis. Así pues yo haré como que no escribo, como que no entiendo ni quiero entender. Como que no me doy cuenta de ese código de barras hecho de escáneres de retina, huellas dactilares y cortes de manga a sucursales bancarias.
Vosotros haréis como que no leéis, como que sólo os preocupa la victoria de un equipo de fútbol o los seis kilos de pectorales que necesitas para no odiar tu imagen en el espejo. Como que os avergüenza saber más, pensar más y sentir más.

Así, mientras nosotros interpretamos nuestro propio papel, ellos actúan con sus llamadas telefónicas y con sus satélites y con sus ositos de peluche repletos de micrófonos. Tú lo sabes, yo lo sé. Así que gira todos tus viejos juguetes hacia la pared, apaga la webcam, cierra las ventanas, sube el volumen de la música, pinta los ojos a todos tus cuadros, atranca la puerta y escribe todo lo que pienses y lee todo lo que quieras pensar; colapsa la red y las líneas telefónicas, roba un camión y abandónalo en mitad de la autopista, haz arder los bancos y las tiendas de joyas, reparte speed a los presos de las perreras y los zoos y envía machetes a los psiquiátricos y ametralladoras a los geriátricos. Enseña a romper huesos a las mujeres maltratadas y encadena a sus maridos a la cama.

La actividad neuronal sube, algo falla en sus predicciones , los comatosos despiertan de su letargo, desciende la audiencia televisiva, el electroencefalograma ya no está plano y sus alarmas no dejan de sonar. Lo saben. Sus helicópteros se elevan y sus balas ascienden a la recámara. Los satélites intentan triangular nuestra posición en algún centímetro de la Tierra mientras sus focos llenan el cielo; sus perros husmean y sus informáticos rastrean nuestra señal. Intentan sembrar el caos, intentan hacernos pensar que les necesitamos. Revientan presas y queman alimentos, hunden la economía y ahogan a los mineros en sus túneles. Bombardean campos de refugiados y liberan algún nuevo virus en alguna guardería.

No nos pueden ver ni oír. No nos pueden hipnotizar ni aterrorizar desde el otro lado de la pantalla. Somos demasiados. Cambian números y billetes de avión y añaden delitos a tus antecedentes. Detienen a la persona equivocada. Ahora Marie Fillong es Louis Betancourt, ya no es profesora de preescolar sino traficante de cocaína, en su bolso no hay compresas sino una nueve milímetros y CDs de pornografía infantil. Ya no es francesa sino tailandesa y ya no le caen 12 años sino un pelotón de fusilamiento.

Los aviones de combate tapan el Sol y las sirenas de sus coches acaban con la noche y su silencio. Mi puerta retumba y tus persianas filtran rayos de luz. El suelo tiembla, apagón en Nueva York, las líneas cortadas, los radares no funcionan. No hay calefacción al sur de san Petersburgo ni gasolina al este de Arabia Saudí. Los niños lloran y los banqueros se arrojan desde los balcones de sus apartamentos de lujo. Siguen buscando, la puerta sale despedida, los cristales se quiebran y el perímetro se controla.

Los cañones se clavan en mis sienes y los focos te ciegan.

Pero la tecla está pulsada, , todo está en vuestras mentes, ya no hay dinero en los bancos, no hay quién dé órdenes; ni edificio desde donde enviarlas ni archivos donde almacenarlas. Ya no hay leyes ni fronteras ni propiedad privada. Ya no hay límites para la libertad ni los derechos. Ya no hay límite de velocidad. Ya no hay horario laboral ni niveles de alcohol permitidos.

Ya sólo nos queda la sonrisa en la cara y el grito al cielo en las calles. Y atracos a las bibliotecas y las barricadas de carteras en llamas. Los poetas llenan las paredes y los actores solo tienen todos los tejados para representar. Y el suelo se llena de pintura y los presos lloran de alegría sentados en los muros de sus cárceles. Y la humanidad se besa y se abraza y baila alrededor de dólares hechos cenizas. Y ya sólo nos quedan nuestros nombres y el sabor de nuestras carcajadas y de nuestra sangre, y el olor a sudor y a leña y el peso de un millón de miradas llenas de curiosidad. Ya sólo nos queda sembrar el mundo de libros e iniciar la creación de mil bosques. Ya sólo nos quedan mil nuevas generaciones por venir y mil relatos por contar , pero sólo una historia por seguir escribiendo.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Cuentos de Tren VIII (La Verdad)

Si quieres yo te explico en que consiste el misterio. Como funciona la maquinaria de cada grano de segundos de playa o como hacen las olas para ser interminables. Te contaré con detalle como hace el cielo para no repetirse y que empuja a una estrella a suicidarse en un brillo fugaz para entregar un deseo a los mortales.
Después de ésto comprenderás como tres gotas de veneno despedazaron a la víctima mientras dormía. Y como la muerte talló para ella los sueños más preciosos de un bloque de nada, antes de tomar su alma entre las palmas abiertas de sus manos y llevársela al otro lado. Donde nadie recuerda haber estado y donde sólo el silencio en los labios de todos hace que no olvides que alguna vez estuviste vivo.

Tras estas palabras lo oculto saldrá de detrás de la oscuridad y de las máscaras y de las cajas de trucos de magia. Entenderás el ansia de las salamandras de fuego que se esconden en las burbujas, y que aguantan la respiración para no hacer estallar su jaula de cristal hacia la superficie.
Cuando termine de hablar, los poderes enigmáticos del caracal, la niebla y la Luna se mostrarán como un libro abierto, en un lenguaje de motas de polvo que sólo tú y yo guardaremos en el interior.

Cuando todos los secretos sean diseccionados meticulosamente, vislumbrarás el precioso mecanismo de engranajes de mordiscos y caricias que hace seguir la vida hacia adelante, y que tira del cordel del aire para hacer girar los vientos.

Así, con todos los parches de enigmas descosidos comprenderás la más atroz de las verdades. La verdad que ni mil ríos de tinta podrán llegar expresar con palabras, de la que nacen los sabios y mueren los genios. La que hace que yo hable y tu escuches sin conseguir respuestas a nada. La que mueve la música en los oídos y la pintura en sus lienzos y la que atrapó al explorador en sus propios mapas.
Esa verdad es que jamás podremos explicar un misterio en el que hemos sido inyectados, jamás podremos abarcar el mundo con los brazos abiertos sin que no falte un hueco para nuestras propias costillas. Y siempre quedará una matriusca escondida en la siguiente.
Que cuando eso ocurra sólo quedará lo inmóvil y los folios en blanco. Y no habrá relatos ni canciones de amor ni gritos vengativos al infinito.

Y cuando todo se sepa y no haya razón para seguir viviendo y sólo el tiempo se eche de menos en sus tiempos pasados y rece por que los siguientes sean mejores. Entonces, sólo entonces, todas las estrellas se lanzarán del firmamento en busca de alguien que desee no saber nada.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Cuentos de Tren VII (El pájaro violeta del fin del mundo)

En un lugar el tiempo carece de sentido, los relojes no tienen ni números ni agujas ni arena y los astros reinan, petrificados en el cielo, atados a los hilos de un titiritero que murió hace ya mucho tiempo.
En ese lugar, el pájaro violeta inventa sus melodías de silbidos y recuerda lo que pudo suceder hace un instante o hace un milenio.

En ese lugar, donde las palabras se disparan con arcos de garganta y se clavan en las trompas de eustaquio. En ese lugar donde su significado se desperdiga entre las curvas del córtex cerebral para no volver a ser jamás el mismo. En ese lugar el pájaro violeta, de ojos verdes al mirar el Sol y azules al observar las estrellas y la Luna, intenta alzar el vuelo para descolgar los astros o revivir al titiritero. Para que mueva el cielo, para que la Luna sobre el Sol y el Sol sobre las estrellas tiñan sus ojos de un nuevo color. Que ya está harto de mirar al infinito para que siempre sean distintos: uno azul y el otro verde.
En ese lugar, donde el caos ya no sabe dónde caer muerto y el movimiento ha tapiado las ventanas con desesperación, el pájaro violeta le deja al primero llenar un poco de sus sistema nervioso, para no dejar de soñar. Y al segundo le deja mirar a través de sus costillas, para que el corazón no deje de latir.

En ese lugar maldito, el pájaro violeta, ahogado en su soledad, enciende una vela cada vez que sus ojos cambian de color. Una vela con cera de las abejas que aún no duermen, cordel del que le ata a la vida y fuego del valor anudado en los recovecos de su estómago.
Con esa vela pide un deseo y con ese deseo un mundo nuevo. Un mundo donde los mares tengan sus olas y el aire sus vientos y los vientos sus tornados. Un mundo en el que ningún horizonte sea igual al anterior, con días y noches y con amaneceres al despertar y atardeceres al caer dormido. Un mundo con mil nuevas nubes en cada bocanada y con tantos rayos como latidos tiene un corazón.

En ese lugar maldito, el pájaro violeta enciende una vela tras otra, quemando lentamente su cordel de vida, en un agónico suicidio por la libertad.
En ese lugar sus garras se van hundiendo en el suelo, buscando un lugar en el que esconderse. Sus plumas se van congelando y su piel se va desprendiendo de la carne y de los huesos. El esqueleto se alza hacia el cielo, y se arruga y se hace roca. Y sus ojos estallan en sus cuencas y le envuelven en llamas verdes y azules.

Así, en un lugar maldito por la muerte de lo que hace al cosmos, cosmos. En un lugar sin tiempo ni cambio, nace un árbol de hojas violetas y flores azules y verdes. Con las ramas atrapando la cima de las montañas entre las nubes y las raíces abrazando el centro de la Tierra.

En ese lugar, un árbol de hojas violetas y flores verdes y azules, deja mecer sus ramas al viento mientras las últimas luces del atardecer se apagan en el borde del mar; que empieza a reflejar las estrellas.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Cuentos de Tren VI (La soledad del creador de sueños)

Un ser de cuatro rostros y dos cráneos se alza de su telaraña de conexiones nerviosas.
Cuatro ojos mirando el inicio de un largo viaje y otros tantos al final. Un total de ocho pupilas observando el mismo punto del espacio, de donde parten sus huellas y a donde se dirigen sus pasos.

El cuello es de leopardo, con manchas de posos de te, que sólo son capaces de mostrar el pasado. Y la columna vertebral ya sólo sostiene una piel de serpiente incapaz de mudarse ni de proteger de la lluvia.
Mil alas, hechas jirones de tanto intentar alcanzar el Sol. Y costillas sujetas con alfileres, oxidados de tanto respirar y querer doblar el viento a bocanadas.

El corazón está al otro lado de una puerta de leones y lapislázuli. Y los intestinos no son más que un montón de ataúdes, formando un laberinto y guardando en su interior los cadáveres de las palabras que jamás se dijeron, y que murieron de silencio en la punta de la lengua.

La cadera es ya sólo polvo y restos de bailes de máscaras, y giros sin sentido en todas direcciones. Y las rodillas son lo único que queda de un mundo que las tibias se esfuerzan por seguir sosteniendo.
Y los pies no tienen ni tatuajes ni mapas ni ángeles guardianes que les guíen, así que han rascado el fondo de sus bolsillos buscando suficiente calderilla y gramos de chocolate para comprarle a Hermes los zapatos y la mira telescópica al destino.

Así, un ser de cuatro rostro y dos cráneos, se alza de su telaraña de conexiones nerviosas y empieza a gritarle a las paredes todo lo que ha soñado y lo que desearía pensar. Un ser con mil alas, cuello de leopardo y piel de serpiente lanza cuerdas vocales al infinito, abraza el vacío y llora entre susurros lo que nadie jamás podrá escuchar.

Y, como todas las noches, en un último deseo de luz de Luna y estrellas pide que alguien le escuche y, en un último bostezo de oscuridad y cansancio acumulado, te tiendes a dormir, y a cazar todos los sueños que el Ser no consiguió guardar en su telaraña.

jueves, 26 de agosto de 2010

Cuentos de Tren V (Recordando)

Siempre es sin-tiempo en este lugar alejado de todo, lejano de la Tierra y a diez mil kilómetros de nuestra capacidad de hablar. Siempre es lluvia de mañana y sol de tarde. Y calor de chaqueta al hombro y frío de manos en los bolsillos.

Aquí los zapatos de tacón son un arma arrojadiza y los adoquines la única forma de huir. Y los charcos el único lugar donde esconderse y hacerse invisible y ciego.

En este mundo de consonantes y fonemas atragantados sólo el vodka cura las heridas y humedece las palabras. Pero siempre nos quedará un poco de hielo en el estómago y un trago de ron para navegar.

Nunca hay olvido en esta tierra de andenes, mochilas y tortícolis. Nunca se pierden los recuerdos de metadona para calmar la sed y el dolor crónico. Recuerdos hechos de tus dedos aferrados a mi cuello y de tu aliento contenido grapado a la comisura de mis labios. Nunca falta tu ausencia, tu heroína sin agujas ni colapsos arteriales. Nunca se va ese diabólico síndrome de abstinencia de aullidos a la Luna.

Aquí y ahora. Siempre y siempre a destiempo y siempre espontáneamente.
Aquí y ahora siempre vuelves de mis entrañas. Vuelve tu voz de pájaro y tus ojos de llamas y cielo y de absenta incombustible.
Aquí, en las alucinaciones que me trae el viento. Ahora, en las quemaduras en las mejillas de cuando me miras de reojo, con tu catalejo de echar de menos y con el de volar con la imaginación.

Siempre a destiempo se me para el corazón. Siempre en el momento menos oportuno vuelve a latir y no te suelta. Y ya tengo los huesos curvos de tanto temblar.
Siempre espontáneamente, en un momento, en cascada y sin límite de velocidad. Las palabras descarrilan y dan vuelas de campana. La tinta chirría y el papel se deshace en un amasijo de fibras de celulosa.

Y, como en la teoría final, todo explota y se hace visible. Para un segundo después desaparecer y poner fin a todo.

Y seguir recordando.

Cuentos de Tren IV ( Monstruos de olas y espuma)

Te asomas por la borda con intención de saltar, patinas sobre gaviotas y dejas que el Sol tatúe espirales de tus codos a tu garganta y barcos de tu pecho a tu obligo, donde se pierde el rumbo y el sentido común.
Las olas se quedan quietas y dejan que sean tus ojos los que ondeen y cambien de color.

El tiempo pasa de largo y el atardecer ni se despide de ti, pero no les necesitas, porque tú sólo esperas las estrellas.

Miras a las nubes y el temporal grita y tiembla de miedo y se retuerce de dolor. Y la atmósfera sólo puede resoplar para desenredarte las neuronas y aclarar un poco tus ideas de melena.

Sigue nadando el mar en su propia espalda, hundiendo su cráneo de superficie entre la fosa abisal de sus clavículas y los arrecifes grabados de sus hombros. Tú buceas, remando con los labios y empuñando tu lengua de cuchillo, que en este océano los tiburones no sueltan a su presa y te llevan consigo a dormir y a velar tu sueño y a despedazar tus pesadillas.

El navío sigue adelante, pero tu decides naufragar. Visitas esas islas llenas de árboles y de recuerdos y tallas un poco de madera de olvido. Y fabricas tu propia nave de memoria y recorres todos los rincones de este archipiélago con fecha de caducidad, bajo en grasas y algodón de azúcar.

Así engulles viejas imágenes, revelas nuevas verdades y descubres desgastadas mentiras. Que ni el rencor ni el odio enfocan bien este objetivo de lentes de párpados cerrados. Que ni la esperanza ni la imaginación podrán borrar nada.

Que tú eres como te crearon los cantos de sirena y las corrientes marinas. Y las voces son de mar y las figuras de gaviotas.

Y los monstruos son de olas y espuma.

lunes, 23 de agosto de 2010

Cuentos de Tren III (01:17)

Ya sólo se oyen sus zumbidos. Cubos de rayos y peceras de medusas reflejo y mariposas espejo. Se encienden las blasfemias y se apagan las preguntas de respuesta desagradable.

Te acercas y miras el interior de las peceras con el catalejo de las palmas de tus manos. La Luna hace chasquidos intentando llamar la atención entre la multitud de nubes. Mil agujas le inyectan su tinta de eclipses y de ojos cegados por la luz y cansados de los sonidos nocturnos y de los accidentes de aviación.

Sólo tú respiras en este panorama, en este asfalto de luces de neón y semáforos en rojo. Sólo tú y las peceras de rayos se dejan pensar. Sólo los tachones hablan y sólo los bolígrafos se quejan de frío mientras los vientos duermen y los insomnes escriben y silban melodías inventadas.

Sólo hay números y pantallas y veinte mil leguas de viaje submarino entre los cables de tu lengua y mis circuitos de piel de gallina.
Pero aún aguanto la respiración y el color morado de mis mejillas y el azul lapislázuli que bombardea mis ojeras.

Aún desvelan los crujidos de espalda y los temblores ocasionales, de frío y de pensamientos de mi nariz recordando el hueco que me dejas entre tus labios y tu cuello. Y se suceden los estertores en los lagos de tu ombligo, llenos de sirenas, historias fantásticas, conversaciones al desnudo y lluvia de pestañas caídas.

Una “X” en el mapa marcando el inicio del viaje y una maraña de calles y andenes hasta el final. Mierda en las botas y somníferos de hilo musical.

Así ya sólo quedan ametralladoras y una continua cuenta atrás de nervios y bostezos.

Así Ya sólo escuchan tres tristes tigres y un pobre perro sin dueño. Miran los fantasmas al pasar a rastras y en eses y acaricia el poco calor que queda en la mochila.

Así sólo huele el frasco de tu olor que me queda entre los dedos y sólo duele no tener demasiada garganta para recordar ni suficiente tinta para emborronar
.

domingo, 22 de agosto de 2010

Cuentos de tren II (Sólo Dragones)

Dos dragones hacia el cielo retorciendo la materia y la nada del aire. Las dimensiones se unen en un punto. Se solapan los universos y un cazador furtivo atrapa el sistema solar en su lámpara maravillosa, llena ya de genios verdes y morados.
Ya solo quedan dragones y sus perlas llenas de deseos y ángeles guardianes. Ya sólo quedan dragones. Dragones y mil demonios y sus puñados de maldad y sus botellas de carcajadas mágicas y negras.

Dos dragones que enhebran la aguja del destino, mientras los demonios desgarran la realidad a puñaladas traperas.

Entonces los dragones dejan de coser para destruir. Para desinfectar lo que queda en en este siniestro pozo sin agua, ni reflejo de luna, ni bordes ni profundidad.

Entonces los dragones escupen serpientes y corazones llenos de valor. Y con veneno y fuego los demonios caen uno a uno desangrándose y pidiendo piedad con su infinita cobardía . Uno a uno se van sumiendo en una profunda soledad sin muros ni tierra que avistar. Se van hundiendo en sus miserias sin luz del sol.

Entonces los dragones cierran la puerta y echan el cerrojo y piensan en un lugar llamado muerte en el que descansar.
Su piel se torna suelo que sobre el que caminar y su respiración cielo que observar durante las noches de verano. Y las antiguas ganas de volar se vuelven olas en un mar de sangre azul y latidos eternos.

Y sus perlas son las estrellas y sus almas el amanecer y la vida de un millón de seres en un sinfín de universos paralelos...

-Por eso, Pandora, no debes abrir la caja.

-Pero yo...Yo no quiero paz, yo no quiero un amanecer ordenado con un horario establecido y un punto cardinal privilegiado. No quiero un mundo sin oscuridad ni dragones, en el que no se encuentren demonios para combatir o con los que reír hasta hacerse vapor.
Yo quiero conocer el dolor y la tristeza para comprender el valor del placer y de las lágrimas de alegría.


Quiero conocer un lugar llamado muerte...Quiero abrir la caja.

Cuentos de tren I (El Cuervo y la Luna)

Entonces , el Cuervo se llevó la Luna.

Se la llevó a ninguna parte. A donde nadie la viera, donde no se reflejara en ningún río ni atravesara cristales ni velos. La ocultó lejos de caras de asombro y de máscaras venecianas repletas de drogas placebo. La atrapó con sus garras y se la quitó al mundo y a los niños. Y los hombres lobo fueron sólo hombres sin nada a lo que aullar.
Recorrió tormentas en Júpiter y mares en Neptuno. Y el viento solar le arrebató los cráteres a la Luna como discos cortantes llenos de grandes saltos para la humanidad. Picoteó la cara oculta para así no poder descubrir nada y , apoyado entre anillos de asteroides y joyas de nebulosas, hizo añicos la Luna contra los colores y la luz, contra el púrpura y el azul eléctrico, contra las radiaciones de origen desconocido y los trescientos mil kilómetros segundo de cada gramo de luz.

Entonces el cielo se llenó de plumas negras de nubes, relámpagos y vacío. Y la Luna se hizo mil millones de granos de arena que se llevó la ventisca estelar más cercana.

Y el cosmos se lleno de arena de Luna y sus bordes de pluma negra de cuervo y oscuridad. Y la arena quiso ser de tiempo eterno y fue estrellas. Y las estrellas quisieron dejar de ser para siempre y ser fugaces, y caer al agua y dar la vida en fases suicidas,hasta que el Cuervo devolviera a la Luna llena.

domingo, 27 de junio de 2010

Para...

Simplemente salta, lánzate al vacío y a donde no haya más espacio, a donde no se distinga ni el fondo ni el horizonte. Donde la brújula pierda el norte y las ganas de guiar y el reloj ni dé vueltas ni horas pues ya no hay tiempo que perder.

Donde no puedas girar el cuello para ver el pasado y sólo puedas confiar en tu memoria de tatuajes y en tus cicatrices de costillas y en todo lo que se pierde en tu selva de neuronas de hojas caídas.

Salta, recoge la arena de tus instantes y el aire tejido con hielo a tus pulmones y el fuego que te consume hasta las cenizas y el perfume fluorescente que llamas vida.

Salta como un loco, como un perdido, como un desquiciado, como un volado, como un pirado sin rumbo ni nada que reflexionar. Pura esquizofrenia de papel, tinta desparramada en medusas y gas mostaza, lluvia descolgando rímel y sangre latiendo tras la barrera del sonido.

Salta hasta que cada célula tiemble y llore de miedo y empiece a reír de puro pánico irracional.

Sácales la lengua con la dedicación con la que Van Gogh daba cada pincelada de cuadro mientras intentaba frenar la hemorragia de lo que antes servía sólo para ensordecer a su imaginación.

Sácales la lengua, lámeles la cara. Que griten, que se horroricen, que entren en coma, crisis nerviosa y shock simultáneamente...Así al menos podrán decir que sintieron algo y que ahora sólo les consume el síndrome de abstinencia de lo que jamás llegarán a comprender.

Mira a cada segundo a los ojos y agárralo con fuerza con tela de recuerdos, cóselo a tus vísceras y no lo dejes ir.

Defenestra a los que insulten a la vida con la ignorancia y la muerte crónica de la curiosidad y las velas que no hacen más que apagarse para seguir la dirección del viento y de las olas y de las órdenes que lanzan los helicópteros.

Busca la inspiración adecuada y no dejes de dar inspiración y palabras y dibujos y pompas de gasolina llenas de cerillas y chispas. Y estalla todos los relojes y las horas y apaga los móviles y todos los aparatos electrónicos. Y cierra la puerta y las salidas de emergencia para no poder huir...Y pierde las llaves.

Y no dejes que los latidos del corazón al final de Eustaquio te impidan soñar.


Para quién comprenda...




domingo, 20 de junio de 2010

E S C A M A S

Hoy el asfalto ha dejado de reptar y de latir, hoy las baldosas son piel de cocodrilo a medio coser a mis zapatos. Hoy el alquitrán no es más que la epidermis de las serpientes que mudaron de disfraz y de voz y de cuerdas vocales; y el corazón por cartuchos de sal y de tinta y de pólvora y de hielo seco; y el alma de terciopelo por viento de lija y papel de fumar con demasiadas caladas.


Hoy el cielo ha vendido la Luna por unos gramos de Sol falso y Vía láctea de segunda mano y por unas cuantas estrellas con los plomos fundidos.
Hoy el cielo saca su lengua, bífida y violeta y llena de los moratones que las mentiras graparon a cada puñado de tiempo. Y en la noche de la garganta sólo hay abismos y pozos de esófagos y laringes y jugos gástricos rezumando fluorescentes y lo que queda del ayer de alcohol.

Y ayer los ojos se cerraron en nubes y nublaron la vista a los pájaros y a las pirañas, que los párpados ya cayeron con las ojeras del otoño y los lagrimales se invirtieron para no secarse y dejar de engañar al invierno.

Así sólo quedan retinas de farolas con apagón mundial sin Baby- Boom ni Stop cambio climático.
Así las pupilas palpitan rojas en sus líneas de aviones que ya marcharon. Y el iris perdió su arco de lanzar miradas verdes y ya sólo guarda globos de polución sin helio ni nada noble, y sin recuerdos de voces chillonas ni de risas azules.

Por eso sólo queda un mañana lleno de escamas romas y oxidadas por la desconfianza y las palabras que perdieron el sentido y las que ocultaron los interrogantes. Y, llenas de eco, las admiraciones resuenan y gritan mudas una y otra vez en cabezas demasiado llenas de obsesiones y paranoias como para dejar de pensar.

Por eso mañana el vacío sólo hará barricadas en las nucas marcadas con esvásticas, por eso sólo amanecerán despiertos los que imaginaron laberintos para las pesadillas.

Y así este enorme reptil de muros de hormigón y cristales rotos sin faquir que los trague vuelve a ponerse en marcha. Y las antenas y las chimeneas aguantan la respiración y todo se apaga y se enfría y la escarcha nos hace saltar las lágrimas y nos hiela la soga al cuello.
Y entonces el marionetista de los hielos y la absenta vuelve a convertir en Zig-Zag esta vía de tren sin motor ni estaciones, ni indios ni bandoleros enmascarados.

Sólo una terrible e infinita cola de angustia y agobio y la velocidad punta de una tortuga sin concha y el ansia de lanzarse de esta vida sin límite de velocidad.



Pero siempre nos quedarán bocanadas de besos y dejar de respirar y flotar a dos metros sobre el suelo y no detenerse a reflexionar o a dejar de sorprenderse.

Y girar y girar y girar y girar...

sábado, 19 de junio de 2010

domingo, 13 de junio de 2010

E U F O R I A

Euforia...


Como una tormenta, como pensar relámpagos, como gritar truenos. Como calarse hasta los huesos, hasta debajo de la piel, hasta el espacio entre neurona y neurona. Como un diluvio universal de saliva y lluvia ácida en el córtex cerebral.


Como destrozar a hachazos una mesa para doscientos invitados. Como rociar a los presentes con caviar y gritos de locura. Como masacrar los espejos y las máscaras y los candelabros con una motosierra y bombardear con cubertería de plata a los transeúntes.


Como beberse hasta el anochecer y sus regueros de Luna. Como perderse en la cuenta de las copas de camino a la siguiente. Como beber hasta vomitar el Sol, como beber hasta el amanecer...


Como correr hasta perseguir tu propio corazón, como lanzar piedras al cielo hasta hacerlo añicos, como destrozar cristales y pantallas de ordenador a martillazos. Como sangrar a borbotones. Como detener un camión con una sonrisa desquiciada.


Como un solo de batería. Como Janis Joplin rasgando el aire con su garganta, con Miles Davis a la trompeta y el viejo Ray Charles al piano, mostrándonos todo lo que no ve a través del cristal de sus gafas de ciego...


Como esa sensación de vacío y queroseno que satura tus entrañas cuando piensas en su cuello. Como fundir acero y ser hierro incandescente.

Como deflagrar y perder el control en una lluvia de meteoritos color azul eléctrico. Como arder en llamas de sábanas, y bocados de placer y cubrir el cielo con nubes de sudor y lascivia y labios repletos de tornados.

Como memorizar el mundo con las yemas de los dedos y grabar los recuerdos a fuego lento en los caminos de su espalda...


Como dormir hasta perder la cuenta de los sueños, hasta no poder distinguir cuándo empiezan y acaban los días...


Como elegir el rumbo equivocado. Como lanzarse al camino de baldosas amarillas de noventa grados de inclinación hacia el infierno. Como elegir la libertad, como elegir la ruta más rápida hasta la muerte, como elegir la vida.



lunes, 31 de mayo de 2010

Reyes, reinas y nitroglicerina (III)...y Fin

-La luna ya se ha sentado entre las nubes, Palabras, y su silbido de luz encima de las olas hace añicos una y otra vez mi jarrón de porcelana oriental y taquicárdica...Pero mi reina no se asoma ni me llama desde el otro lado de los anillos de Saturno, que de tanto remover he convertido en espirales.

-Vestigios, te has marchado muy lejos a buscar, cuando tan sólo debes dar dos medias vueltas al mundo para encontrarla a tu lado...Pues Tiempo y Óxido jamás se ha separado de ti.

Porque decidiste seguir a las canciones sin sirenas, buscar en los bordes del núcleo del Sol. Y sólo conseguiste un jarro de agua fría contaminada de sanguijuelas y de decepción que poco a poco te carcomen tiras de piel y te mastican las entrañas lentamente y con descaro. Hasta que sólo te queda ese nudo en el estómago hecho de andar sobre la cuerda floja y esa bola de gelatina que no puede dejar de temblar.

Decidiste lanzarte de cabeza a agujeros negros llenos de ladridos de perros, que no saben de collares ni de proteger castillos ni infiernos. Te zambulliste en esa espiral de la que nadie vuelve, sólo con un mechero y una caja de cerillas en la que dormir y arder en sueños. Y brillar un instante y encontrar a alguien mirando a tus coordenadas y quedarte para siempre en sus pupilas y que tus cenizas se despidieran con un hasta nunca.

Te embarcaste en una odisea en el espacio sin dioses furiosos ni guerra de troya de la que regresar, ni Penélope esperando en ninguna isla perdida. Miraste por el balcón de cada noche, y observaste el menguar de la Luna , con la esperanza de que dejara ver algo al otro lado. Puliste una nueva lente cada segundo para tu catalejo lleno de telarañas, para poder vislumbrar una estrella más en ese pedazo de vacío entre las lunas de Júpiter.

Quisiste buscar al otro lado del otro mundo, sin pararte a escuchar los pasos ni la respiración ni las risas ni los párpados cortando el aire de tu reina Tiempo y Óxido.

Pues es ella la que que enjauló tu cabeza entre las nubes con sus ojos de colorante alimenticio y setas alucinógenas, para no dejarla bajar ni para sentir llover.

Pues es ella quién, con un sedal de carcajadas y abrazos de tercipelo, saca una a una las cuchillas de afeitar llenas de palabras que se acumulan en tu garganta y que nos desgarran la realidad y el mundo. Y nos dan ganas de saltar y de no de pisar el suelo otra vez. Y el espacio sangra y el tiempo vuela y coagula un nuevo mundo en el desagüe de nuestras bañeras y otra realidad empaña los espejos y ya sólo queremos ver más.

Porque por ella te inyectaste una a una las escamas de dragón y le cambiaste los ojos a la serpiente a cambio de tus oídos, para ya no oir el molesto martilleo del corazón sobre la almohada y poder ver algo de calor.

Por ella guardaste la verdad bajo tus huesos y te grabaste tatuajes y pinturas rupestres en las costillas, porque hasta ellas querían salir a gritarle al frío que se fuera de una vez, que ya no caben más carámbanos en el hígado ni más ventiscas en el pecho ni más auroras boreales entre sien y sien

-Esa es tu reina, Vestigios, tu reina Tiempo y Óxido. Tan sólo mira a un lado y déjate consumir por ella.

-Primero voy a respirar...




...Y en un baile sin máscaras, ni sinfonía ni ganas de girar, los reyes y reinas escuchan las Palabras adecuadas e ignoran las demás. Y se lanzan al Vacío acompañados del Eco de sus mentes en blanco en las que se refleja el Abismo que les espera. Y sólo esperan que no queden Vestigios ni Tiempo que perder ni nada que pueda llevarse el Óxido.

Y en una caída libre hacia la eternidad sólo llevan cubos de pintura con las manos de pincel y el mundo como lienzo.

Y lo pintan todo de aleaciones de cuero y humo, y de viento y plasma

Y llenan el aerógrafo de Nitroglicerina y ocupan un epicentro de mal humor. Y dejan de esperar a que las vibraciones lleguen, toman un trago de ira , y todo empieza a temblar.

jueves, 27 de mayo de 2010

Reyes, reinas y nitroglicerina (II)

- Palabras...
-Dime, reina Eco
-He soñado, he soñado con mi Abismo...
He soñado cada segundo y he despertado al siguiente. He tenido pesadillas llenas de esquirlas de vidrio y libros de ácido sulfúrico e historias interminables, que te deshacían al pasar las páginas hasta que eras una letra más en una nota a pie de página.
He soñado con arañas de wasabi y con gatos con plumas y sin bigotes, y con tentáculos y ventosas en vez de zarpas.
He soñado una tierra de fuego que me cauterizaba el alma. Y de agua, que me ahogaba eternamente para no molestarme en respirar. Y de truenos, para ensordecer el molesto zumbido que hace el mundo al girar alrededor del Sol.
He soñado un mundo con mi lengua cortada sobre la mesa en una pecera llena de olas de enjuague bucal y vodka y rotuladores morados y negros. Para no volver a hablar.
He soñado un mundo con sobredosis de lobotomía y con tragos eternos de amnesia y monedas de plata. Para no tener que volver a pensar en lo que fue ni en lo que será ni en lo que es. Y que cada instante tenga el mismo precio que el olvido.
He tenido pesadillas, pesadillas encadenadas a mi espina dorsal con escalofríos de llamas y reacciones en cadena.
Pesadillas donde la mentira se filtraba por las grietas de mi techo y la verdad inundaba mi mazmorra sin ventanas y me ahogaba en remordimientos. Malos sueños donde el dolor ya no vale nada y el placer se ha exiliado a una isla desierta sin palmeras ni tiburones. Sólo ron y crueles intenciones.
He soñado con lugares sin espacio ni tiempo, donde los peines eran para la niebla y las bandadas de pájaros para enredarse en los cables de alta tensión y crucificarse en las antenas parabólicas.
He soñado con una pupila negra sin luz ni sombra. En ella hay pozo sin fondo y en el sin fondo un mar. Y en el mar hay una estrella cubierta de corales y agujas de acupuntura. Y enterrado hay un hombre, sin rostro ni sombra.En un ataúd con los clavos sobresaliendo de la tapa y una inscripción grabada con una katana oxidada: Abismo.
-Ese es mi rey. Le he encontrado, Palabras, le he encontrado...Y ahora sólo veo su no rostro y su ataúd de clavos de miedo y cobardía y el millón de litros de agua que lo enjaula.¿Qué puedo hacer Palabras? ¿Cómo conseguiré morder el sueño y hacerlo mío para siempre?
-Simplemente...despierta.
-¿Palabras?
-¿Sí? ¿Qué te turba rey Vestigios?
-¿Cómo encontraré yo a mi reina?
- A tu reina, viejo amigo, la encontraste hace ya tiempo...
-¿Cómo?
-Espera a que la Luna decida despertar...

martes, 25 de mayo de 2010

Reyes , reinas y nitroglicerina ( I )

Escuchad majestades, guerreros y profetas. Que yo soy el rey Palabras y he encontrado la mía, la que me hace buscar y reír, llorar y perder la compostura. Que yo soy el que acabó con el tintero del calamar y el que llenó de cables y tuercas una nuca repleta de llamadas perdidas y bocetos de realidad.
Que yo terminé de contar las hojas de los árboles y de escribir en las baldosas de papel, ahora llenas de carroña de vapor y de tizas de colores.

Escuchad porque yo he encontrado a mi reina, yo he encontrado a Vacío.
Es la nada inexistente, el todo inexplicable e incomprensible. Es la que llena el espacio infinito entre cada partícula, la burbuja de goma negra que cubre el universo y que se expande, supernova a supernova , por el aliento del Big Bang.

Lo que quedará cuando todo acabe y lo que hubo que nunca fue.

Es la que llena mi estómago cuando empieza mi adicción. La frustación de los ceniceros que sólo el Sol pudo ver al marcharse tras la línea del mar; la satisfacción en cada botella de mil grados que sólo el amanecer ha descubierto en los vasos de limón y sal y que sólo los hielos sintieron llegar.

El titiritero que me cosió los párpados con las pestañas para que sólo pudiera verla a ella y que mueve los hilos soldados a mis dedos grapados al teclado. Desliza los dedos y pierdo el equilibrio y mi voluntad se escurre y vomito letras grises sobre fondo negro en vuestras pantallas.
Es las cuencas de los ojos de los cráneos del enemigo vencido, la caja del alma del chamán en cada trance. Es las gargantas de los niños cuando llueven Valkirias y lanzas, lo que dejaron los lobos tras la cacería y lo que buscaron los cuervos tras la devastación.

Ella es mi reina Vacío, la que que guía mi nombre y mi nombre es Palabras y palabras son las prótesis que os implanto en cada conexión neuronal. Las que os muerden la lengua y os arrancan las cabelleras desde el interior de cada pensamiento...



-¿Y cómo encontraré yo a mi rey?- Dijo la reina Eco.

-Cuando busques en la dirección equivocada , querida-Respondió Palabras.

-¿Pero cómo?

-Soñad, y os lo mostraré mañana...

domingo, 23 de mayo de 2010

D E S C O M P O S I C I Ó N

Giro la llave de caladas y náuseas de fuego que me quema por dentro, se abre la jaula de tos y bostezos y parpadeos a cámara lenta. El diablo de mi pecho despierta y despliega las alas y sus carcajadas se enredan en mis costillas y sus garras me despintan las paredes del alma y las llenan de cuadros impresionistas y de gritos y de carteles de neón y de farolillos chinos y de lápidas de los que siguen respirando.

Y se cuelga de mis cuerdas vocales y ya sólo ladro, y el perro guardián me grita que me calle de una vez,que tres cabezas ya son demasiadas y que degollar a sus hermanos es suficiente para que todos callen. Y el barquero ya está harto de monedas de oro y pide nicotina y una Venecia que navegar y un bidón de gasolina y una cerilla para dejar de remar de una vez.

Y mi pequeña bestia infernal ama la música y la música no puede dejar de sonar esta noche.Y su arco es mi espina dorsal y el violín las cuerdas de mis tendones y la percusión es media aurícula y la sangre en mis arterias el virtuosismo de la guitarra.

Y la aurícula que me resta se fue a morir al Mar pero las olas huyeron y el Tsunami trajo una carta de la muerte escrita con arena, sal y plomo y ladrillos llenos de poemas de los que ya no pueden hablar, pues su saliva se perdió bajo los escombros.

Y mi demonio ya no tiene nada que hacer y vomita maldad y cera y terciopelo en mi hombro izquierdo. Y en el derecho mi ángel de la guarda se fuma las plumas que le quedan y le pide fuego al del otro lado del cuello y se quema a lo bonzo.

Y ya no me queda ni bien ni mal, ni sueño ni desvelo, ni alcohol ni trabajo que sudar. Sólo recuerdos en un saco cosido con fotos y cicatrices y bocanadas de aire.

Y lo abro y las pesadillas salen a jugar y se devoran a sí mismas y congelan en botellas a las estrellas fugaces y a sus deseos sin cumplir y a las cucarachas. Y se las llevan lejos, siempre al otro lado de mi mundo.

Y aparto el montón de dolor y angustia de relojero y dejo que los sueños luchen por huir y cumplirse. Y Tic, y se retuercen en llamas y Tac, se disparan en repetición al infinito y Tic, la lluvia es bilis y las nubes gargantas y Tac, el arcoiris es una película muda y sin final y velada por el sol y Tic, el tiempo se para... y Tac la luz no puede alcanzarme.

Y la adrenalina añade revoluciones a mi motor, de cien en cien, de mil en mil. Y mis músculos huyen de tanta testosterona y dejan atrás a los huesos, que deciden defenestrarse en un amanecer en lista de espera, y los nervios se pierden y se hacen acero y raíces de árboles muertos que se extienden hacia el cielo para tocar los rayos.

Y sólo me queda piel a la velocidad a la que la luz no llega, y un saco de fotos y cicatrices y mis ansias de buscar la media luna que falta en mi cielo. Y los recuerdos me dan el pedazo de memoria donde se escondía de mi eclipse.
Y cuento sus caras ocultas y aspiro su sabor a nebulosa con color a verano y me bebo la mitad de su oscuridad hasta que es luna llena y yo desaparezco y me duermo pensando en nada y en todo, y en lo que tengo y en lo que jamás poseeré.