domingo, 27 de junio de 2010

Para...

Simplemente salta, lánzate al vacío y a donde no haya más espacio, a donde no se distinga ni el fondo ni el horizonte. Donde la brújula pierda el norte y las ganas de guiar y el reloj ni dé vueltas ni horas pues ya no hay tiempo que perder.

Donde no puedas girar el cuello para ver el pasado y sólo puedas confiar en tu memoria de tatuajes y en tus cicatrices de costillas y en todo lo que se pierde en tu selva de neuronas de hojas caídas.

Salta, recoge la arena de tus instantes y el aire tejido con hielo a tus pulmones y el fuego que te consume hasta las cenizas y el perfume fluorescente que llamas vida.

Salta como un loco, como un perdido, como un desquiciado, como un volado, como un pirado sin rumbo ni nada que reflexionar. Pura esquizofrenia de papel, tinta desparramada en medusas y gas mostaza, lluvia descolgando rímel y sangre latiendo tras la barrera del sonido.

Salta hasta que cada célula tiemble y llore de miedo y empiece a reír de puro pánico irracional.

Sácales la lengua con la dedicación con la que Van Gogh daba cada pincelada de cuadro mientras intentaba frenar la hemorragia de lo que antes servía sólo para ensordecer a su imaginación.

Sácales la lengua, lámeles la cara. Que griten, que se horroricen, que entren en coma, crisis nerviosa y shock simultáneamente...Así al menos podrán decir que sintieron algo y que ahora sólo les consume el síndrome de abstinencia de lo que jamás llegarán a comprender.

Mira a cada segundo a los ojos y agárralo con fuerza con tela de recuerdos, cóselo a tus vísceras y no lo dejes ir.

Defenestra a los que insulten a la vida con la ignorancia y la muerte crónica de la curiosidad y las velas que no hacen más que apagarse para seguir la dirección del viento y de las olas y de las órdenes que lanzan los helicópteros.

Busca la inspiración adecuada y no dejes de dar inspiración y palabras y dibujos y pompas de gasolina llenas de cerillas y chispas. Y estalla todos los relojes y las horas y apaga los móviles y todos los aparatos electrónicos. Y cierra la puerta y las salidas de emergencia para no poder huir...Y pierde las llaves.

Y no dejes que los latidos del corazón al final de Eustaquio te impidan soñar.


Para quién comprenda...




domingo, 20 de junio de 2010

E S C A M A S

Hoy el asfalto ha dejado de reptar y de latir, hoy las baldosas son piel de cocodrilo a medio coser a mis zapatos. Hoy el alquitrán no es más que la epidermis de las serpientes que mudaron de disfraz y de voz y de cuerdas vocales; y el corazón por cartuchos de sal y de tinta y de pólvora y de hielo seco; y el alma de terciopelo por viento de lija y papel de fumar con demasiadas caladas.


Hoy el cielo ha vendido la Luna por unos gramos de Sol falso y Vía láctea de segunda mano y por unas cuantas estrellas con los plomos fundidos.
Hoy el cielo saca su lengua, bífida y violeta y llena de los moratones que las mentiras graparon a cada puñado de tiempo. Y en la noche de la garganta sólo hay abismos y pozos de esófagos y laringes y jugos gástricos rezumando fluorescentes y lo que queda del ayer de alcohol.

Y ayer los ojos se cerraron en nubes y nublaron la vista a los pájaros y a las pirañas, que los párpados ya cayeron con las ojeras del otoño y los lagrimales se invirtieron para no secarse y dejar de engañar al invierno.

Así sólo quedan retinas de farolas con apagón mundial sin Baby- Boom ni Stop cambio climático.
Así las pupilas palpitan rojas en sus líneas de aviones que ya marcharon. Y el iris perdió su arco de lanzar miradas verdes y ya sólo guarda globos de polución sin helio ni nada noble, y sin recuerdos de voces chillonas ni de risas azules.

Por eso sólo queda un mañana lleno de escamas romas y oxidadas por la desconfianza y las palabras que perdieron el sentido y las que ocultaron los interrogantes. Y, llenas de eco, las admiraciones resuenan y gritan mudas una y otra vez en cabezas demasiado llenas de obsesiones y paranoias como para dejar de pensar.

Por eso mañana el vacío sólo hará barricadas en las nucas marcadas con esvásticas, por eso sólo amanecerán despiertos los que imaginaron laberintos para las pesadillas.

Y así este enorme reptil de muros de hormigón y cristales rotos sin faquir que los trague vuelve a ponerse en marcha. Y las antenas y las chimeneas aguantan la respiración y todo se apaga y se enfría y la escarcha nos hace saltar las lágrimas y nos hiela la soga al cuello.
Y entonces el marionetista de los hielos y la absenta vuelve a convertir en Zig-Zag esta vía de tren sin motor ni estaciones, ni indios ni bandoleros enmascarados.

Sólo una terrible e infinita cola de angustia y agobio y la velocidad punta de una tortuga sin concha y el ansia de lanzarse de esta vida sin límite de velocidad.



Pero siempre nos quedarán bocanadas de besos y dejar de respirar y flotar a dos metros sobre el suelo y no detenerse a reflexionar o a dejar de sorprenderse.

Y girar y girar y girar y girar...

sábado, 19 de junio de 2010

domingo, 13 de junio de 2010

E U F O R I A

Euforia...


Como una tormenta, como pensar relámpagos, como gritar truenos. Como calarse hasta los huesos, hasta debajo de la piel, hasta el espacio entre neurona y neurona. Como un diluvio universal de saliva y lluvia ácida en el córtex cerebral.


Como destrozar a hachazos una mesa para doscientos invitados. Como rociar a los presentes con caviar y gritos de locura. Como masacrar los espejos y las máscaras y los candelabros con una motosierra y bombardear con cubertería de plata a los transeúntes.


Como beberse hasta el anochecer y sus regueros de Luna. Como perderse en la cuenta de las copas de camino a la siguiente. Como beber hasta vomitar el Sol, como beber hasta el amanecer...


Como correr hasta perseguir tu propio corazón, como lanzar piedras al cielo hasta hacerlo añicos, como destrozar cristales y pantallas de ordenador a martillazos. Como sangrar a borbotones. Como detener un camión con una sonrisa desquiciada.


Como un solo de batería. Como Janis Joplin rasgando el aire con su garganta, con Miles Davis a la trompeta y el viejo Ray Charles al piano, mostrándonos todo lo que no ve a través del cristal de sus gafas de ciego...


Como esa sensación de vacío y queroseno que satura tus entrañas cuando piensas en su cuello. Como fundir acero y ser hierro incandescente.

Como deflagrar y perder el control en una lluvia de meteoritos color azul eléctrico. Como arder en llamas de sábanas, y bocados de placer y cubrir el cielo con nubes de sudor y lascivia y labios repletos de tornados.

Como memorizar el mundo con las yemas de los dedos y grabar los recuerdos a fuego lento en los caminos de su espalda...


Como dormir hasta perder la cuenta de los sueños, hasta no poder distinguir cuándo empiezan y acaban los días...


Como elegir el rumbo equivocado. Como lanzarse al camino de baldosas amarillas de noventa grados de inclinación hacia el infierno. Como elegir la libertad, como elegir la ruta más rápida hasta la muerte, como elegir la vida.