jueves, 26 de agosto de 2010

Cuentos de Tren V (Recordando)

Siempre es sin-tiempo en este lugar alejado de todo, lejano de la Tierra y a diez mil kilómetros de nuestra capacidad de hablar. Siempre es lluvia de mañana y sol de tarde. Y calor de chaqueta al hombro y frío de manos en los bolsillos.

Aquí los zapatos de tacón son un arma arrojadiza y los adoquines la única forma de huir. Y los charcos el único lugar donde esconderse y hacerse invisible y ciego.

En este mundo de consonantes y fonemas atragantados sólo el vodka cura las heridas y humedece las palabras. Pero siempre nos quedará un poco de hielo en el estómago y un trago de ron para navegar.

Nunca hay olvido en esta tierra de andenes, mochilas y tortícolis. Nunca se pierden los recuerdos de metadona para calmar la sed y el dolor crónico. Recuerdos hechos de tus dedos aferrados a mi cuello y de tu aliento contenido grapado a la comisura de mis labios. Nunca falta tu ausencia, tu heroína sin agujas ni colapsos arteriales. Nunca se va ese diabólico síndrome de abstinencia de aullidos a la Luna.

Aquí y ahora. Siempre y siempre a destiempo y siempre espontáneamente.
Aquí y ahora siempre vuelves de mis entrañas. Vuelve tu voz de pájaro y tus ojos de llamas y cielo y de absenta incombustible.
Aquí, en las alucinaciones que me trae el viento. Ahora, en las quemaduras en las mejillas de cuando me miras de reojo, con tu catalejo de echar de menos y con el de volar con la imaginación.

Siempre a destiempo se me para el corazón. Siempre en el momento menos oportuno vuelve a latir y no te suelta. Y ya tengo los huesos curvos de tanto temblar.
Siempre espontáneamente, en un momento, en cascada y sin límite de velocidad. Las palabras descarrilan y dan vuelas de campana. La tinta chirría y el papel se deshace en un amasijo de fibras de celulosa.

Y, como en la teoría final, todo explota y se hace visible. Para un segundo después desaparecer y poner fin a todo.

Y seguir recordando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario